A fines de 2016, la fiebre amarilla volvió a espantar a los brasileños. El brote fue registrado como el mayor número de casos en humanos, desde 1980, causando más de 400 muertes. Además, el virus tuvo una expansión geográfica sin precedentes en bosques y selvas, siendo clasificada como una tragedia humana y ambiental. En nuestro continente son observados dos ciclos de transmisión: urbano (Fiebre Amarilla Urbana - FAU) y silvestre (Fiebre Amarilla Silvestre - FAS).
Todos los casos registrados hasta entonces fueron resultantes del ciclo silvestre de transmisión, en el cual los vectores son especies silvestres de mosquitos, principalmente de los géneros Haemagogus y Sabethes. En estos casos, los primates no humanos (PNH) son los principales huéspedes y el hombre es huésped accidental, infectado en áreas rurales y silvestres cuando no es debidamente inmunizado. Esto generó la enorme preocupación de que el brote deje de ser solo del tipo silvestre y pasar, también, al tipo humano.
Reinaldo Martins es consultor científico de Bio-Manguinhos/Fiocruz y cree que existen algunas razones para la epidemia, que según él se propagó de forma rápida, en varios Estados. “Los monos, principalmente los bugios, tienen un papel importante en la eclosión de los brotes y epidemias. Antes de los casos humanos, surgen los casos en monos, que son infectados y acaban muriendo o sobreviviendo. Después del brote, los monos sobrevivientes quedan inmunes a la fiebre amarilla. En el transcurso de los años siguientes se acumulan nuevos monos susceptibles, hasta que surge un nuevo brote y el ciclo se repite”, explicó Martins, que citó también el calentamiento global, los disturbios ecológicos y la movilización creciente de la población, como otros factores determinantes. “En Minas Gerais, área con recomendación de vacuna, la baja cobertura de vacunación en adultos de la zona rural fue el factor más importante, lo que debe alertarnos”, dijo.
La vacuna
La vacuna contra la fiebre amarilla es la medida más importante para la prevención y control de la enfermedad. Su eficacia está entre el 95% y el 99%. Desde abril de este año, la vacuna es recomendada entre niños con nueve meses y adultos hasta de 59 años. La dosis única previene durante toda la vida. Hasta entonces, era recomendada una dosis de refuerzo 10 años después de la primera dosis. La orientación de la dosis única fue de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esto significa que, siguiendo la regla actual, quien ya fue vacunado - en cualquier momento de su vida - no necesita de dosis de refuerzo.
A pesar de la extrema importancia de la vacunación, es fundamental que se respeten los grupos de riesgo para que sean evitadas reacciones a la dosis. Ellos son: pacientes con inmunodeficiencia primaria o adquirida; inmunosupresión secundaria a la enfermedad o la terapias inmunosupresoras (quimioterapia, radioterapia y corticoides en dosis elevadas); en uso de medicaciones anti-metabólicas o medicamentos modificadores del curso de la enfermedad; trasplantados o con enfermedad oncológica en quimioterapia; individuos que presentaron una reacción de hipersensibilidad grave o enfermedad neurológica después de la dosis previa de la vacuna; personas con reacción alérgica grave al huevo; y con antecedentes de enfermedad del timo.
“La gran mayoría de los vacunados nada siente después de la vacunación o solo tiene síntomas leves, como malestar, cansancio y fiebre baja. Raramente pueden ocurrir dos eventos adversos graves: enfermedad viscerotrópica, semejante a la propia fiebre amarilla, y enfermedad neurológica, esta última en general de buena evolución y sin dejar secuelas”, aclaró Reinaldo.
Gracias a la vacunación en masa, los números están disminuyendo, pero aún es necesario prestar atención. “No podemos engañarnos: el virus llegó a la mata atlántica y tiende a propagarse aún más durante el próximo verano. Necesitamos ampliar la vacunación contra la fiebre amarilla a toda la población de Brasil, antes del próximo verano, con prioridad de la ciudad de Río de Janeiro, donde existe un riesgo elevado de reurbanización. La última gran epidemia de fiebre amarilla urbana en Brasil fue en Río de Janeiro, entre 1928 y 1929, cuando aún no se disponía de la vacuna. Sería lamentable si la reurbanización también comenzase por Río”, comentó.
Enfermedad minuciosamente estudiada
Así como el brote de zika originó una serie de proyectos dedicados al análisis del virus, la fiebre amarilla, inclusive siendo una enfermedad ampliamente conocida, también ha sido tema de muchos estudios. Solo la unidad de Bio-Manguinhos cuenta con cuatro proyectos en curso que analizan la enfermedad. Es lo que refiere Maria de Lourdes Maia, coordinadora de la Asesoría Clínica de Bio-Manguinhos.
Uno de los estudios en curso es para saber si los militares, voluntarios vacunados con dosis reducidas de la vacuna de fiebre amarilla en 2009, continúan inmunes. “Los primeros resultados son promisores. En caso que se confirmen, darán respaldo al uso de dosis fraccionadas en personas mayores de dos años de edad en situaciones de emergencia”, adelantó. La investigación está siendo realizada por la Asesoría Clínica de Bio-Manguinhos con el apoyo del Ejército, de la OMS, con financiamiento de Welcome Trust y participación de la Fiotec.
Ya el estudio “Inmunidad contra la fiebre amarilla después de una dosis de la vacuna en niños y adultos: estudio de conjunto en área no endémica” busca suplir el problema de la escasez de datos en la literatura que posibiliten estimar la duración de la respuesta inmune protectora conferida por la vacuna y, así, fundamentar las decisiones de salud pública. “Será importante para conocer la interferencia en la respuesta inmune a la vacuna de la fiebre amarilla, causada por la inmunidad contra el dengue, ya bastante difundido en los centros urbanos brasileños; y contra el zika, que ha generado epidemias importantes durante los últimos años en Brasil, principalmente en la región nordeste”, dijo Maria de Lourdes.
Las otras dos investigaciones analizan las dosis reducidas en niños y las causas genéticas de eventos adversos graves que ocurren raramente después de la vacuna de la fiebre amarilla.
En toda la Fiocruz
Otras unidades de la Fundación también están involucradas en la lucha contra la fiebre amarilla. La Escuela Nacional de Salud Pública Sergio Arouca (Ensp/Fiocruz), por ejemplo, está al frente del “proyecto de duración de la inmunidad después de dos o más dosis de vacuna contra la fiebre amarilla en adultos”, que evalúa el estado inmune para la fiebre amarilla en adultos con antecedentes de dos o más dosis de vacunas hace por lo menos un año comparado.
Ya el Instituto Oswaldo Cruz lidera el estudio que evalúa el riesgo de reemergencia de la fiebre amarilla urbana en Brasil a costa del mosquito invasor Aedes albopictus. Ambos estudios cuentan con el apoyo de la Fiotec.