El saneamiento básico es la actividad relacionada al abastecimiento de agua potable, al manejo de aguas pluviales, a la recolección y tratamiento de aguas residuales, a la limpieza urbana, al manejo de residuos sólidos y al control de plagas y/o agentes patogénicos. Se trata de un derecho asegurado por la Constitución Federal y definido en 2007 por la Ley nº 11.445/2007 – Ley del Saneamiento Básico. La ley amplió el concepto de saneamiento básico y estableció sus principios fundamentales, instituyó la regulación de los servicios y rescató la planificación para la elaboración e implementación del Plan Nacional de Saneamiento Básico y de los Planes Municipales y Regionales de Saneamiento Básico.
Este ano, la promulgación de la ley completó 10 años. El hito trajo a tono un dato alarmante: cerca de la mitad de la población del País continúa sin acceso a sistemas de alcantarillado sanitario. Según datos del Sistema Nacional de Informaciones sobre Saneamiento (SNIS), divulgado a inicios del año, más de 100 millones de personas necesitan utilizar medidas alternativas para lidiar con los desechos.
A pesar de estar mejor distribuido, el abastecimiento de agua también es un problema que persiste. Actualmente, son más de 35 millones sin acceso a agua potable. De cada 100 litros de agua recolectados y tratados, solo 63 son consumidos.
Seminario “Salud, saneamiento y ambiente en debate”
En abril de este año, el Departamento de Saneamiento y Salud Ambiental de la Escuela Nacional de Salud Pública Sérgio Arouca (DSSA/ENSP) promovió el seminario “Salud, saneamiento y ambiente en debate: escenarios y perspectivas”. De acuerdo con Clementina Feltmann, coordinadora del proyecto responsable por el seminario, su realización fue pensada justamente en función de los datos del SNIS.
“Aunque algunos avances sean perceptibles, principalmente con relación a la universalización del abastecimiento de agua, aún hay en el País un desfase acentuado en el saneamiento, relativo, sobre todo, a la recolección y tratamiento de aguas residuales, al drenaje urbano y a la gestión de los residuos sólidos municipales”, explicó.
En razón de ello, el seminario reunió a especialistas en el asunto con el objetivo de construir una visión crítica sobre el presente y el futuro del saneamiento y de la salud ambiental en Brasil, sobre cuatro temas: Políticas y Programas de Saneamiento y Salud Ambiental; Planificación Urbana y Salud; Evaluación de Impactos de Tecnologías en Saneamiento y Salud Ambiental; y Vigilancia en Salud Ambiental y Saneamiento.
Saneamiento y salud
Según Clementina, “el desfase de saneamiento viene acarreando, sistémicamente, un persistente cuadro de iniquidades, problemas de salud e insalubridad ambiental, demostrados por indicadores de morbimortalidad para enfermedades determinadas por la ausencia y por la inadecuación, ineficiencia, ineficacia y baja efectividad de las soluciones de saneamiento propuestas y existentes”.
Datos del Ministerio de Salud (DataSUS), de 2013, mostraron que más de 340 mil internaciones por problemas gastrointestinales fueron registradas en el País. Si el 100% de la población tuviese acceso a la recolección de aguas residuales, habría una reducción del 75% de esas internaciones.
Durante el seminario, uno de los puntos más abordados fue la cuestión de la salud. Finalmente, hablar de saneamiento es hablar de salud. El profesor Tiago de Brito Magalhães, de la Coordinación General de Vigilancia en Salud Ambiental – DSAST/SVS/Ministerio de Salud, afirmó en la ocasión que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), un dólar de inversión en saneamiento básico puede reducir 4,3 dólares en costos de salud pública. Por eso, las políticas económicas, sociales y ambientales necesitan ser integradas y procurar la eliminación de riesgos para la salud y el medio ambiente, garantizando la inclusión social y efectiva de la población.
Recursos financieros como barrera
Una de las causas de la existencia de un sistema precario de saneamiento, sin duda alguna, fue el aumento descontrolado de la población urbana, que imposibilitó una organización para el aumento de la capacidad de saneamiento. Además de ello, el tamaño de las ciudades, ya sea en escala o población, hace con que el costo del saneamiento sea alto, frente a los recursos financieros disponibles. Las mayores inversiones en saneamiento en los últimos tres años, de acuerdo con el Instituto Trata Brasil, fueron realizadas en São Paulo, Minas Gerais, Paraná, Río de Janeiro y Bahia, totalizando el 63,3%. Ya los estados de Amazonas, Acre, Amapá, Alagoas y Rondonia son los que menos invirtieron en tres años, totalizando el 1,7%.
El plan nacional lanzado en 2014 por el Gobierno Federal estableció metas de corto, mediano y largo plazo con base en indicadores de agua, alcantarillado, manejo de residuos sólidos, drenaje y manejo de aguas pluviales y gestión de los servicios de saneamiento. De acuerdo con el plan, para universalizar los servicios, serían necesarios R$508 mil millones hasta 2033. Un estudio de la Confederación Nacional de Industrias (CNI), publicado en febrero de 2017, señala que Brasil solo conseguiría esa universalización en 2043.
El problema es de cada uno de nosotros
Los problemas que envuelven saneamiento básico y medio ambiente son sí responsabilidad de gobiernos e instituciones. Pero los individuos también necesitan entender su papel en el proceso. El investigador de la Fiocruz Minas Gerais, Ulises Confalonieri, que coordina el proyecto “Construcción de indicadores de vulnerabilidad de la población como insumo para la elaboración de las acciones de adaptación al cambio climático en Brasil”, cree que la responsabilidad es de todos y debe ser compartida.
“Creo que existe una preocupación y un discurso sobre la temática en empresas y corporaciones. Sin embargo, lo que se ve son pocas acciones efectivas, de hecho, con relación a la preservación de los recursos. Con relación a la población, es muy perceptible la falta de consciencia y de organización de las comunidades. Un ejemplo de esta situación es la realización de la colectiva selectiva de basura, en que es necesaria una infraestructura propia, que raramente existe”, afirmó.
Hoy en día, las personas hasta tienen más conocimientos sobre la degradación ambiental y sus daños, pero solo conocer no es suficiente; es necesario concientizarse y actuar diferente. “Sabemos que la degradación ambiental trae prejuicios para nuestra salud y calidad de vida, pero parece que no nos damos cuenta de esto; continuamos desperdiciando agua, consumiendo y consumiendo. El cambio que necesitamos es un cambio de comportamiento, de reconocer al planeta como nuestra casa común, como un bien valioso. Solo depende de nosotros, humanos, hacer nuestra parte”, concluyó Clementina.